Cuando amamos a los animales y sobre todo, cuando los hacemos parte de nuestra familia, hay experiencias que nos marcan y enseñan a ver y hacer las cosas de diferente manera, hoy les contaré lo que viví con mi maravillosos gato Arko.
Es la primera vez que hablo de él y aún derramo algunas lágrimas. Llegó a nuestras vidas gracias a mis lindas hijas en noviembre del 2007, con 2 meses de edad, inquieto, juguetón, obediente y lleno de amor para dar, amigable con todos, sus primeros meses fueron maravillosos, tenía la libertad de salir y regresar a casa cuando él quisiera…grave error!!!…no tome la precaución de esterilizarlo y pasó lo inevitable, conoció una gatita y salía todas las noches.
En una de sus salidas, teniendo 8 meses de edad, Arkito regreso a casa cojeando, al parecer golpeado, el veterinario inmovilizó su patita lastimada por posible fractura durante un mes y para que no se la quitara con los dientes le pusimos el famoso collar isabelina…nuevo error!!!…por tratar de sacarse el vendaje de la patita se hizo una herida profunda que después de sacar la venda fue otra historia curarla. El veterinario nos indicó que era necesario esterilizarlo para evitar que salga por las noches, lamentablemente fue muy tarde, dos meses después, una mañana llegó a casa muy lastimado, lo golpearon con tal fuerza que su ojo derecho quedó fuera de su rostro, fue tal mi impresión al verlo, que casi me desmayo, en la clínica veterinaria no pudieron hacer nada por salvar el ojito que muy a mi pesar, se lo quitaron.
Es increíble la crueldad de algunos humanos, que por razones que nunca entenderé, lastiman a seres indefensos.
Jamás olvidaré a mi Arkito, lo triste que estaba, con una gran depresión que no salía, no jugaba, ni comía, es en éste momento que decidimos buscarle un compañero, así llegó Aslan, quien con su actividad y travesuras de infante le devolvió las ganas de vivir, Arko se adaptó a vivir con un ojito y a desenvolverse con normalidad, Aslan y Arko se volvieron inseparables.
Por algunos años todo fue color de rosa, Arko se volvió un gato hermoso de 8 kilos, recibía con los brazos abiertos y daba cobijo a cada gatito bebé que llegaba a mi casa para conseguirles hogar, tenía un corazón de oro, se preocupaba por toda mi familia, amoroso como ninguno.
Lamentablemente la depresión había tenido consecuencias, un 04 de julio del 2011 ( lo recuerdo como si fuera ayer). Luego de que en un fin de semana bajara impresionante de peso, y de hacer largos recorridos para exámenes, ecografías y placas, Arko murió con un paro respiratorio a consecuencia de un agresivo cáncer al pulmón, que tal vez si lo hubiésemos detectado a tiempo habríamos podido alargarle un poco más la vida.
Al menos nos queda la alegría de haberle dado nuestro amor durante los cuatro años de vida que nos acompañó, años que nos hizo sentir su amor y agradecimiento con sus amorosos ronroneos y su forma tan noble de ser.
Después de ésta experiencia, soy más cuidadosa y me volví muy observadora, puedo notar cualquier cambio, físico o emocional en mis gatos y cualquier cosa diferente lo consulto con el veterinario.
Arkito, siempre estarás en nuestros corazones.